La vida es una eterna Cuaresma, una eterna resurrección. Año tras año, me he puesto a analizar las tradiciones de Semana Santa y los miles de creyentes que aparecen en esta época. He llegado a la conclusión de que hay fe efímera que solo dura lo que dura la Semana Santa o quizás la Cuaresma.

La Cuaresma es un tiempo de reflexión, de arrepentimiento. Entonces, me pregunto: ¿Y los demás tiempos del año? ¿De qué son?

Pienso que Jesús no es un tiempo, no es una temporada en la que nace esta semana, muere la otra y luego resucita. Creo que en todo momento debemos tener en cuenta la vida completa de Cristo, porque al momento de arrepentirnos, morimos al pecado e inmediatamente resucitamos con Él.

Con esto, no pretendo ofender a ninguna religión, sino exponer que Dios es más que una tradición o ley de hombres, porque Dios es amor, es misericordia. Por lo tanto, no solo se ama por un periodo, sino para siempre.

En esta Semana Santa, te invito a activar tu fe no solo durante un tiempo litúrgico, sino durante toda tu vida. Que cada día, cada segundo, celebres la pasión, muerte y resurrección de tu persona en Cristo. Que el tiempo de reflexión sea constante, que cada noche analices cómo marcha tu vida y que esto no solo sea tradición, sino una decisión por convicción.

Vive, celebra, sé auténtico en todo momento y en todo lugar. Eres quien traza tu camino y sabes hasta dónde quieres llegar.