Vivimos en un mundo donde se discute acerca de lo que agrada o no a Dios, y de una u otra forma condenamos cuando alguien dice o hace algo que va en contra de los ‘preceptos divinos’. Pero si revisamos nuestras vidas y nuestros actos, ¿acaso somos mejores que los demás?

He presenciado cómo se ha promovido el cierre de la cuenta de Netflix debido a una supuesta película que retrata a Jesucristo como gay, lo cual sinceramente es una ofensa para tal ser. Sin embargo, también he visto a ‘cristianos’ expresarse de forma desagradable, revelando lo que hay en sus corazones. Para defender a Dios, no debemos llenarnos de odio ni rebajarnos.

Menciono la doble moral porque vivimos en un mundo saturado de pornografía y nadie dice nada al respecto. He visto cómo muchos dañan a sus prójimos y nadie se pronuncia al respecto.

La fe se demuestra con obras, no con palabras. Si Netflix ofendió a Dios con una película, deberíamos revisar nuestras propias vidas y juzgarnos a nosotros mismos para ver si somos mejores que esta plataforma de series y películas.