Entonces colocaron mosquitos Aedes Aegypti en la cámara principal y probaron las medias de nailon entre sí en todos los emparejamientos posibles a través de un “torneo” de estilo de todos contra todos (un total de 64 posibilidades de emparejamiento). Los insectos tenían la libertad de volar por los tubos hacia un nailon u otro en dependencia de cuan atraídos se sentían por los olores. Este comportamiento fue anotado por los investigadores, quienes cuantificaron el número de mosquitos que hacía elección de cada alternativa.
Una media de nailon resultó cuatro veces más atractiva para los mosquitos que la media del siguiente participante ‘más atractivo’ del estudio, y hasta 100 veces más atractiva que la menos ‘popular’. Los especialistas notaron que los insectos siempre se arrojaron hacia esa muestra en particular en cualquiera de las combinaciones evaluadas. Esta situación era obvia “a los pocos segundos de comenzar el ensayo”, dijo María Elena De Obaldía, postdoctorante en el laboratorio de Vosshall. “Es el tipo de cosas que realmente me emocionan como científica. Esto es algo real. […] Este es un gran efecto”, subrayó.
Los científicos realizaron análisis químicos para identificar 50 compuestos moleculares que estaban elevados en el sebo de la piel de los participantes de alta atracción. Descubrieron que los ‘imanes para los mosquitos’ producían ácidos carboxílicos en niveles mucho más altos que los voluntarios menos atractivos.
Comprobaron que esta característica individual de ser atractivo para los mosquitos perdura en el tiempo. “Algunos sujetos estuvieron en el estudio durante varios años y vimos que, si eran un imán para mosquitos, seguían siendo un imán para mosquitos”, dice De Obaldía. “Muchas cosas podrían haber cambiado sobre el sujeto o sus comportamientos durante ese tiempo, pero esta era una propiedad muy estable de la persona”.
Algo sumamente interesante
Los científicos quedaron desconcertados cuando, aún eliminando los receptores olfativos de los mosquitos, no pudieron hacer que perdieran toda atracción por las personas, o que tuvieran una atracción debilitada por todos y no pudieran discriminar al individuo imán del menos atractivo de todos. Esto hubiera sido de mucha importancia, pues podría conducir al desarrollo de repelentes de mosquitos más efectivos. “Y, sin embargo, eso no fue lo que vimos. Fue frustrante”, comentó Vosshall.
Estos resultados complementan uno de los estudios recientes de Vosshall, sobre el sistema olfativo exquisitamente complejo de la hembra del Aedes aegypti. Ese estudio indicó que el ‘A. aegypti’ cuenta con un sistema de doble o triple redundancia con el que, si no logra percibir un aroma, detecta otro o un tercero. Y si detectan todos, la señal se amplifica. “Los mosquitos tienen un plan b para el plan b de su plan b. Para mí, el sistema es irrompible”, dijo Vosshall en ese estudio.
Aplicaciones prácticas
Los investigadores están pensando en untar la piel de una ‘persona imán’ con sebo y bacterias de la piel de una persona de bajo atractivo para proporcionar un efecto de enmascaramiento de mosquitos. “No hemos hecho ese experimento”, señala Vosshall. Ella y sus colegas esperan que su artículo, publicado este martes en Cell, inspire a los investigadores a probar con otras especies de mosquitos, incluido el género Anopheles, que propaga la malaria. “Creo que sería realmente genial descubrir si este es un efecto universal”, agregó.
– rt
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