El papa Francisco lamentó este viernes que hay quien pida reforzar las fronteras ante el drama de los migrantes, en su discurso en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, en el segundo acto de su visita a este país para conmemorar los 600 años de este centro, uno de los más antiguos del mundo.
Francisco pronunció un discurso ante el cuerpo académico de la universidad, en la sede de la ‘Katholieke Universiteit Leuven’, de lengua flamenca-neerlandesa, ubicada en Lovaina, mientras que el sábado acudirá a la “Université catholique de Louvain”, de lengua francesa, que ha trasladado su sede a Louvain-la-Neuve, para celebrar un encuentro con los estudiantes.
Durante este acto se proyectó un vídeo con la historia de dos estudiantes universitarios -un palestino y una etíope- que han podido continuar estudiando en Lovaina tras haber escapado de la guerra y convertirse “en refugiados”.
“A este propósito, quiero decirles sinceramente gracias. Gracias porque, al ensanchar sus fronteras, se han convertido en un espacio de acogida para muchos refugiados que se han visto obligados a huir de sus tierras, en medio de incontables peligros, enormes dificultades y sufrimientos a veces atroces”, dijo Francisco.
Y lamentó, “mientras algunos solicitan que las fronteras se refuercen, ustedes, en cuanto comunidad universitaria, han ensanchado sus propios confines, han abierto los brazos para acoger a estas personas marcadas por el dolor, para ayudarles a estudiar y a crecer”.
“Esto es lo que necesitamos: una cultura que ensanche las fronteras, que no sea sectaria ni se ponga por encima de los demás, sino que, por el contrario, se meta en la masa del mundo, aportándole la levadura buena, que contribuye al bien de la humanidad”, agregó.
Asimismo, Francisco dedicó parte de su discurso a hacer una reflexión sobre la existencia de “un racionalismo sin alma, en el que hoy corremos el riesgo de caer nuevamente, condicionados por la cultura tecnocrática”.
El papa también invitó ” a ensanchar las fronteras del conocimiento”, pues, dijo, “no se trata de aumentar las nociones o las teorías, sino de hacer de la formación académica y cultural un espacio vital, que abraza la vida y la interpela.
“Conserven encendida la llama de este fuego, ensanchen las fronteras. Sean inquietos buscadores de la verdad y no apaguen nunca la pasión (…). Sean protagonistas en la generación de una cultura de la inclusión, de la compasión, de la atención a los más débiles y a los grandes desafíos del mundo en que vivimos”, concluyó.
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