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Navegando en el Codiciado Mundo de “La Razón” Parte (I)

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Por: Juan Isaías Terrero.

04 de agosto 2025

La razón, es un concepto axiológico que se constituye por medio de un proceso de razonamiento deductivo e inductivo, dónde indefectiblemente, se deben implementar operaciones de pensamientos reflexivos para lograr un resultado apegado a la lógica de una verdad que pueda ser ampliamente reconocida, aceptada o por lo menos tolerante a escrutinios contrapuestos.

En la perspectiva de la razón, sus valores pueden ser; “subjetivos”, (individuales o grupales) y “objetivos”, que la premisa (sea acogida por amplia mayoría). En términos simples, que tenga poco margen a la duda.

Un ejercicio “deductivo”, parte de un principio amplio hacía una conclusión particular. “Si todos los hombres son mortales. Sócrates es un hombre. Sócrates es mortal”. Por consiguiente, dicha premisa expone una verdad que elimina toda duda razonable.

En una operación mental “inductiva”, se requiere un grado mayor de intelecto, por tanto en cuanto, tenemos que hacer esfuerzos cognitivos en inferencias,  análisis, investigación y contraste, eximiendo lo empírico, trayendo como resultado conclusiones que estén lo más cerca de la verdad. Ejemplo, el “método científico.” 

Para descubrir la razón, debemos deslizar el velo de la duda, los sesgos cognitivos, los patrones pre-establecidos, cómo prejuicios y creencias limitantes; confinamientos morales y dogmas religiosos que obstaculizan el atractivo de la lógica en el acervo del conocimiento.

¿QUÉ ES RAZONAR O BUSCAR LA VERDAD?

Según Immanuel Kant, razonar es construir conocimientos “a priori”, por medio de análisis, investigación, etc., trascendiendo al conocimiento empirico  “a posterioris”, éste último generado por  experiencias ya vividas, el primero, por ejercicios mentales exhaustivos, con niveles mayores de intelecto. Ambos forman parte en la arquitectura del saber.

Para razonar, se requieren valores de observación crítica, con un grado de objetividad que segreguen los contenidos, extrayendo la esencia de la lógica aristotélica o utilizando la “Mayeutica”, para lograr minimizar  heurísticas preconcebidas y esceptisismos absurdos, erigidos por desconfianza a lo desconocido o temor a desaprender conocimientos arraigados ya desfasados, carentes de rigor científicos que alejan de la verdad esclarecedora, manteniendo al individuo en un bucle de ignorancia nogminiosa.

Inclusive, el individuo carente de equilibrio emocional, si no aplica los conceptos de la razón crítica, puede llegar a causar un mal mayor,  sin tan siquiera darse cuenta, puesto que, la falta de entendimiento obnubila su desenvolvimiento y percepción,  aumentando el riesgo de dañar a terceros por defender premisas indefendibles. “Cerrazón”, sesgado en su mundo ignorante.

De igual forma, enredarse en la vulnerabilidad espiral de razones valederas y sostenidas, pero defendidas en momentos inadecuados o frente a personas que no reúnen las condiciones para escuchar, avalar o desaprobar planteamientos de la naturaleza que se desea exponer. 

No es rehuir de defender una verdad como Sócrates, que le costó la vida por mantenerse coherente, sino, evitar caer en la bifurcación intransigente de imponer una verdad o razón, por medios rudimentarios, con discursos ofensivos, denigrantes e irrespetuosos. Hay razones que cuestan mucho ganarlas.  Pudiera salir perjudicial. La verdadera razón es la tolerancia, el equilibrio y la empatía frente a los huérfanos de conocimientos, que por lo general, se mantienen reacios a aceptar cosas contrarias a su ignorancia.

LA RAZÓN Y LA JUSTICIA 

El temor a no tener razón, conlleva a errores de cálculo, por no dedicar tiempo a un ejercicio cauto y deliberado. Cómo el termino de justicia se debe aplicar desde un punto intermedio, cuándo la razón es defectuosa la justicia se vé trastocada.

Es por ello, que en el universo del conocimiento, para defender una premisa, la objetividad debe imperar si el objetivo es cristalizar los procesos, aclarar dudas, reafirmar un contexto ya demostrado desde diferentes perspectivas.

Por descontado, para acercarse a la razón necesitamos dudar hasta de nuestra propia existencia, sino, consulta a René Descates. No es duda escéptica, ni frustrada, mucho menos viciosa, sino crítica, que nos preguntemos ¿Porqué y Cómo? Estás son las palabras mágicas para sumergirnos en el conocimiento. Interrogantes que nos colocarán en el centro del cosmos, en el centro del pajar, buscando la aguja diminuta del saber, para conquistar en parte, “la razón”.

Al pie del artículo, te dejo ésta máxima del milenario erudito, filósofo griego, Sócrates. Cito. -“Yo sólo sé que no se nada”.

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