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¿Por qué nos sentimos agotados al tomar decisiones?

¿Por qué nos sentimos agotados al tomar decisiones?
La fatiga mental provocada por la toma constante de decisiones es más común de lo que imaginamos. Este fenómeno, conocido como “fatiga de decisión”, puede llevar a dificultades cognitivas, como tomar malas decisiones o incluso evitar elegir por completo. A medida que navegamos por las múltiples elecciones diarias, desde decisiones triviales hasta asuntos más importantes, nuestro cerebro experimenta un desgaste significativo.

Un equipo de científicos en Francia ha profundizado en este problema para descubrir los mecanismos biológicos que están detrás de esta fatiga. Los investigadores han identificado que, con cada decisión que tomamos, se produce una acumulación de una sustancia llamada glutamato en la corteza prefrontal lateral del cerebro, una región clave para el control cognitivo y la toma de decisiones.

¿Cómo ocurre el agotamiento?

Cada vez que el cerebro procesa una decisión, las neuronas envían señales eléctricas a través de sustancias químicas, y el glutamato es uno de los principales responsables. Sin embargo, los científicos hallaron que cuando se toma demasiadas decisiones, el glutamato se acumula en esa parte del cerebro, lo que dificulta su buen funcionamiento. Con el paso de las horas y el aumento de decisiones, este neurotransmisor alcanza niveles más altos, lo que provoca una sensación de cansancio general.

Los estudios experimentales realizados por este equipo también revelaron que quienes realizan tareas complejas, además de sentirse más cansados, muestran otros signos físicos de agotamiento, como pupilas dilatadas. Los investigadores sugieren que el descanso, especialmente el sueño, ayuda a reducir los niveles de glutamato y a restaurar el equilibrio mental.

Efectos adicionales

Varios estudios han reforzado la idea de que la fatiga de decisión no solo afecta nuestro nivel de energía, sino también la calidad de nuestras decisiones. Una investigación encontró que las personas son más propensas a pensar de manera lógica por la mañana, mientras que en la tarde, tras muchas horas de decisiones acumuladas, es más fácil caer en errores o en compras impulsivas.
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