EN DESACUERDO CON EL PASTOR EZEQUIEL
- Admin
- enero 7, 2025
- Opinión
- Batalla de la Fe, Confucio, delincuencia social, equidad de género, hogares descuidados, ideología conservadora, jtavarez, liderazgo social, misoginia, mujeres exitosas, Pastor Ezequiel Molina, postmodernidad, responsabilidad compartida, Sistema Educativo Nacional
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Por José L. Tavárez
“Detrás de cada mujer exitosa hay un hogar descuidado”. Estas fueron las palabras del pastor Ezequiel Molina que se han vuelto virales al ser pronunciadas en su tradicional sermón de Año Nuevo: “La Batalla de la Fe”. Las reacciones de rechazo no se hicieron esperar, provocando que el líder religioso intentara enmendar las cosas, pero con poco éxito.
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Se ha dicho que de la abundancia del corazón habla la boca. Molina es un reconocido vocero de la ideología conservadora que viene ganando terreno en distintos ámbitos de la vida social, política y cultural. El indiscutible éxito de esta visión coincide con la bancarrota del pensamiento liberal y de las ideas socialistas que motorizaron procesos revolucionarios, luchas por justicia social y por mayor participación democrática. Buenas ideas, torpemente administradas, y el boicot del gran capital, han allanado el camino para que se impongan actitudes negadoras de los avances democráticos conseguidos en la segunda mitad del siglo XX.
La postmodernidad, a partir de 1960, con su apuesta por la diversidad, la descentralización del poder y el cuestionamiento a la racionalidad del viejo orden, trajo consigo el empoderamiento creciente de la mujer, pasando del anonimato y el confinamiento a los asuntos domésticos a ocupar posiciones cimeras en los escenarios políticos, económicos, sociales y profesionales. En ese proceso, las hemos visto derribar trabas legales, valores y prejuicios que las limitaban a la maternidad y a los oficios domésticos.
A pesar de que la ciencia ha desmitificado la patraña de que la mujer es inferior al hombre en lo físico, moral e intelectual (Aristóteles), persisten sectores, especialmente religiosos, que se resisten a compartir sus espacios de influencia con las mujeres. Eso explica por qué las grandes religiones (Cristianismo, Judaísmo, Islam) no admiten mujeres en sus cúpulas dirigenciales.
En su afán por regresar a las mujeres a lo estrictamente doméstico, sectores que no ocultan su misoginia, vienen propalando la especie de que la delincuencia y la descomposición social están vinculadas al hecho de que la mujer abandonó el hogar para incursionar en el escenario empresarial, roles profesionales y posiciones políticas. El supuesto, falaz por demás, es que las mujeres exitosas en esos campos han descuidado el hogar, lo que a su vez determinaría familias disfuncionales.
En mi experiencia, distinta a la del pastor Molina, hay mayor probabilidad de disfunción familiar en el contexto de madres adolescentes en las que se perpetúa el ciclo de la pobreza y abunda la irresponsabilidad paterna. En otro orden, el religioso pasa por alto que los roles de cuidar, educar y orientar en el hogar son una obligación compartida del hombre y la mujer.
Por último, querido pastor Ezequiel, si de buscar culpables de la delincuencia y de otros males sociales se trata, no dejemos fuera los malos ejemplos del
liderazgo social, político o religioso; recordemos a Confucio cuando dice: “Los pueblos son un reflejo de sus gobernantes”. Incluyamos también la promoción de antivalores y mensajes distorsionantes a través de las redes sociales y de otros medios. Asignemos por igual una cuota al Sistema Educativo Nacional, encargado de formar ciudadanos conscientes de sus deberes y menos violentos. Se trata de ser más certeros al diagnosticar los problemas de nuestra sociedad y asumir el compromiso de trabajar en solucionarlos.
El autor en filósofo, psicólogo y profesor universitario.
Angel Torres
Excelente reflexción.
Podemos estar de acuerdo o no con las posturas de otros,pero debemos manifestar el desacuerdo o coincidencia en el marco del respeto, tal como lo hace el maestro José Tavárez.