Los riesgos inesperados de estornudar, según un estudio

Un profesor de la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido, ha publicado un artículo en The Conversation en el que alerta sobre las potenciales lesiones que puede ocasionar un estornudo.

Adam Taylor explica que, aunque el estornudo es un mecanismo de defensa del cuerpo para expulsar alérgenos dañinos como polvo, bacterias y virus, puede conllevar riesgos. Esta reacción es gestionada por el “centro de estornudos”, una región del cerebro encargada de controlar funciones autónomas, incluida la respiración.

Según Taylor, al detectar sustancias irritantes en la nariz y vías respiratorias, el centro de estornudos activa una contracción en los músculos del pecho, comprimiendo los pulmones y expulsando aire a una velocidad que puede alcanzar los 15,9 metros por segundo.

A pesar de los beneficios de estornudar, Taylor advierte que en ciertos casos puede causar daños en órganos. Un estornudo violento puede desgarrar los frágiles tejidos pulmonares o provocar una hernia en el pulmón a través de los músculos intercostales, especialmente en personas con obesidad, enfermedades pulmonares, diabetes o que fuman. Además, el cerebro también puede verse afectado, pudiendo ocurrir un desgarro del revestimiento cerebral y ocasionar una hemorragia subaracnoidea, un tipo de derrame cerebral. Hay informes de debilidad en un lado del cuerpo y alteraciones visuales tras estornudar debido a la ruptura de vasos sanguíneos por el aumento de la presión arterial.

Otros posibles daños incluyen fracturas en los huesos del oído y alrededor del ojo, y en personas con músculos del suelo pélvico debilitados, puede provocar la salida involuntaria de orina.

No obstante, Taylor enfatiza que no es recomendable intentar contener un estornudo, ya que esto puede desgarrar partes del sistema respiratorio, fracturar huesos faciales y dañar la laringe y los tejidos pulmonares. Asegura que el cuerpo está bien adaptado para estornudar y que estas lesiones son extremadamente raras.