El Golpe Contra Juan Bosch: 61 Años Después de la Caída de un Gobierno Liberal
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Por Anthony Almonte

La República Dominicana vivió 31 años bajo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, que llegó a su fin en 1961 tras su asesinato. Juan Bosch, un ferviente opositor de este régimen, regresó al país después de un largo exilio, marcando el inicio de un período democrático con las primeras elecciones libres en décadas.

Tras el ajusticiamiento de Trujillo, el 20 de octubre de 1961, Juan Bosch llegó al Aeropuerto Internacional de Punta Caucedo después de 25 años en el exilio. Este hecho marcó el comienzo de un período post-Trujillo, caracterizado por el retorno a la democracia con la celebración de elecciones libres 31 años después.

En las elecciones de 1962 se evidenció el enfrentamiento entre las fuerzas políticas que definirían este período. La oligarquía, organizada en torno a la Unión Cívica Nacional, basó su campaña en la lucha antitrujillista, que ya había sido efectiva contra Joaquín Balaguer.

Durante la campaña electoral de 1962, las fuerzas políticas que prevalecerían en el período post-dictadura se manifestaron con claridad. Por otro lado, la oligarquía, agrupada en la Unión Cívica Nacional, centró su campaña en consignas antitrujillistas, que habían sido eficaces en el derrocamiento de Balaguer.

El triunfo del PRD se debió al apoyo de las fuerzas populares urbanas, así como de sectores balagueristas y militares, antiguos trujillistas, quienes llamaron a las masas campesinas a respaldar a Bosch, logrando así enfrentar y derrotar a la oligarquía antitrujillista representada por la Unión Cívica Nacional, cuyo candidato era Viriato Fiallo.

Bosch, un destacado narrador y educador, comprendía la realidad dominicana de aquellos días: una sociedad profundamente conservadora, que había crecido bajo una dictadura, dependiente de la agricultura y con un profundo temor a los cambios radicales. Su gobierno buscó implementar reformas sociales y políticas para beneficiar a las clases más vulnerables.

Sin embargo, la proclamación de la Constitución de 1963 y la promoción de un Estado laico generaron resistencia entre las clases dominantes y la Iglesia Católica, que acusaron a Bosch de comunista en un contexto de creciente anticomunismo en América Latina.

El breve período de gobierno de Bosch y su intento de reformas progresistas dejaron un legado importante en la historia dominicana, destacando los desafíos de implementar cambios en una sociedad tradicionalmente conservadora y bajo la influencia de poderes externos. Su derrocamiento refleja las tensiones políticas y sociales de la época y sigue siendo un tema relevante en la historia de la República Dominicana.

La Constitución de 1963 en la República Dominicana representó un hito histórico al garantizar una serie de derechos y reformas progresistas. Esta constitución aseguró libertades públicas, derechos laborales, sindicalización, vivienda y propiedad de tierras, además de establecer sanciones para la malversación de fondos públicos y el aprovechamiento ilegítimo de ventajas económicas a través de cargos públicos. Fue considerada una de las constituciones más avanzadas de su época en América Latina.

No obstante, esta reforma constitucional fue un punto de conflicto que condujo al derrocamiento del gobierno liderado por Juan Bosch. Grupos conservadores y oligárquicos, que habían perdido en las elecciones, conspiraron contra Bosch en parte debido a su apoyo a estas reformas.

Un punto de discordia importante fue la propuesta de revisar el Concordato entre la Iglesia Católica y el Gobierno Dominicano, firmado en 1954. En un país profundamente religioso, las acusaciones de comunismo surgieron debido a la promoción de un Estado laico en la nueva Constitución, lo que generó preocupación en la Iglesia Católica y otras élites conservadoras.

El temor al comunismo y su posible propagación en América Latina era evidente en ese momento. El presidente estadounidense John F. Kennedy dejó en claro que solo aceptaría un gobierno democrático o una dictadura al estilo de Trujillo, pero no un régimen castrista. Esta postura condujo a la intransigencia, la intolerancia y la conspiración contra el gobierno constitucional de Bosch.

El gobierno de Bosch carecía del respaldo de los sectores más poderosos, como la burguesía, los terratenientes, los altos mandos militares y la jerarquía de la Iglesia Católica. Estos grupos consideraban que el gobierno de Bosch amenazaba sus privilegios, que habían sido otorgados durante la dictadura de Trujillo y que la nueva Constitución no reconocía. Además, la intervención de Estados Unidos desempeñó un papel importante en el derrocamiento de Bosch debido a sus intereses económicos en la República Dominicana. La deuda externa casi pagada por el gobierno de Bosch también preocupó a Estados Unidos y limitó su influencia en el país.

El golpe de Estado contra Juan Bosch ocurrió el 25 de septiembre de 1963, apenas siete meses después de que Bosch asumiera la presidencia del país tras ganar las elecciones de diciembre de 1962. El golpe fue liderado por sectores conservadores, militares y apoyado por la Iglesia Católica, con la complicidad de fuerzas externas, especialmente el gobierno de Estados Unidos. La razón detrás del apoyo a los golpistas para derrocar al gobierno constitucional era clara: una vez instalado un nuevo gobierno, los privilegios de Estados Unidos y los sectores poderosos se restablecerían a través de acuerdos, corrupción e impunidad, como lo habían estado antes. 

A modo de conclusión, el breve período presidencial de Juan Bosch en la República Dominicana marcó un momento trascendental en la historia política y social del país. Su intento de implementar reformas progresistas y la promulgación de una Constitución avanzada para su época generaron tensiones significativas con sectores poderosos, tanto a nivel nacional como internacional.

La Constitución de 1963, con sus garantías de derechos humanos, libertades públicas y reformas sociales, representó un hito importante en la búsqueda de una sociedad más justa y democrática en la República Dominicana. Sin embargo, estas reformas se encontraron con la oposición de grupos conservadores, oligárquicos y, en particular, de la Iglesia Católica, que interpretaron erróneamente estas reformas como una amenaza comunista en un contexto marcado por la Guerra Fría.

El papel de Estados Unidos en el derrocamiento de Bosch también fue significativo, ya que sus intereses económicos y políticos en la región influyeron en su postura contra el gobierno constitucional. La falta de apoyo de sectores clave en la sociedad dominicana, como la burguesía y los altos mandos militares, contribuyó al derrocamiento de Bosch y al regreso de la República Dominicana a un periodo de inestabilidad política.

En última instancia, el gobierno de Juan Bosch y su intento de llevar a cabo reformas progresistas tuvieron un impacto duradero en la historia dominicana. A pesar de su breve mandato, su legado persiste como un recordatorio de los desafíos que enfrenta cualquier intento de cambio en una sociedad profundamente arraigada en tradiciones conservadoras y marcada por la influencia de potencias externas. Su gobierno y las circunstancias que llevaron a su derrocamiento son un capítulo importante en la historia de la República Dominicana y en la lucha por la democracia y los derechos humanos en América Latina.

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