Explora cómo la naturaleza gregaria del ser humano facilita la vida en sociedad y cómo la comunicación efectiva puede mejorar la convivencia y evitar conflictos.

ENCARAR EL RETO DE VIVIR JUNTOS (y 3)

En las cápsulas 87 y 88 hemos reflexionado sobre los desafíos de vivir junto a otras personas de forma armoniosa y solidaria, evitando conflictos y agresiones con su secuela de daños físicos y psicológicos. Las principales ideas que se han planteado enfatizan la importancia de la comunicación efectiva, la escucha empática, la generosidad y los afectos hacia los demás, el establecimiento de límites apropiados y el autocuidado de la salud mental.

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Dado que la diversidad de criterios e intereses es consustancial a la naturaleza humana, es poco realista suponer que podemos vivir sin conflictos. Es por eso que el principal reto de vivir juntos consiste en aprender a dirimir y resolver las diferencias. Veamos algunas buenas prácticas y recomendaciones de cómo hacerlo:

Honestidad, transparencia y asertividad en el trato: El cultivo de estos valores previene malentendidos que originan conflictos interpersonales. Por el contrario, cuando se fingen sentimientos, se aceptan cosas que en realidad disgustan o cuando se ocultan informaciones relevantes, esto propicia el incremento de las tensiones y provoca enfrentamientos de impredecibles consecuencias.
Cultivo de la inteligencia emocional: Es indudable que las emociones están implicadas en todo cuanto hacemos los humanos. Es por eso que conviene gestionarlas de forma inteligente en el intercambio con otras personas. El primer paso es aprender a identificar las emociones propias y las de los demás para encontrar la mejor salida a los desacuerdos. A manera de ejemplo, cuando aparece la ira en una disputa, se debe mantener la calma y evitar que escale hasta la confrontación física. En ese escenario entra la inteligencia emocional para descatastrofizar (quitar leña al fuego) y mantener la racionalidad. En última instancia, posponer la batalla para una ocasión más propicia. Evitar no es cobardía.
Priorizar las soluciones antes que el problema: De algunas personas negativistas suele decirse que tienen dos problemas por cada solución. Aquí se trata de lo contrario: cuando las dificultades aparecen, conviene enfocarse en cómo solucionarlas. Esto, además de provechoso en sí mismo, también evita los conflictos que generalmente acompañan a la resolución de problemas.

Tolerancia y perdón: Estos valores constituyen los principios rectores de la convivencia pacífica entre las personas y la senda expedita hacia la felicidad humana. Aunque somos iguales en dignidad y derechos, no es menos cierto que también somos distintos en multitud de detalles que han sido esculpidos por la genética, el ambiente y la cultura. Lidiar con esta compleja diversidad nos exige la más amplia tolerancia y la renuncia a toda forma de discriminación, tal como se consigna en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El perdón, por su parte, representa una magnífica oportunidad para sanar las heridas propias y ayudar a otros a curar las suyas. Tolerar y perdonar son piernas robustas para transitar por la vida con alegría, encarando los retos de vivir juntos.