
La Ciudadela del Estoico Emperador
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- julio 7, 2025
- Opinión
- Ansiedad, crecimiento personal, estoicismo, filosofía estoica, jterrero, Marco Aurelio, paz interior
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Por: Juan Isaías Terrero
Debes tener paz en la tormenta, quizás no es externa, hurgando en nuestro interior, subyace un lugar sagrado, el cuál, Marco Aurelio, le llamó “La Ciudadela”, se encuentra justo en lo profundo del corazón.
Cuando entramos allí, debemos despojarnos de los juicios, los prejuicios que gobiernan nuestra existencia. Al ser un lugar sagrado y seguro, dejamos de lado las armas que utilizamos para defendernos del día a día, como la espada que representa ataques ofensivos y el escudo utilizado para autodefensa.
El escudo representa los miedos, los temores y ansiedades, este artefacto emocional, está forjado con las vivencias del pasado que se convierten en frustraciones cuando no logramos superar experiencias, está herramienta blindada por capas de viejos temores, fruto de nuestra resiliencia a conquistarlos. El escudo es dónde nos escondemos cuando nuestras ansiedades nos atacan, generando ruidos y perturbaciones desconcertantes, a consecuencia de los golpes que abaten nuestra existencia.
La espada, es de doble filo, sirve para atacar, por lo general en acciones dañosas, puesto que, si lo hacemos por frustraciones, podríamos causar mucho daño, por no permitirnos ser objetivos y juiciosos. De igual forma, si atacamos por ansiedad y desesperación, está última es muy mal consejera, podríamos salir lastimados por uno de los filos de la espada o lastimar a terceros que nada tienen que ver con nuestra situación.
Para entender nuestras acciones y reacciones, se requiere saber, que mantener la mente en el “pasado”, crea “frustraciones” y vivir temiendo acontecimientos negativos en el “futuro”, crean inseguridades. Es la fabrica de las “ansiedades”.
Cuando depositamos en el por venir todos nuestros deseos, cuando imponemos a terceros exigencias, fruto de nuestras propias expectativas, sin tomar en cuenta la premisa del “Amor Fati,” amor al destino, o sea no tenemos el control de lo que sucede, pero sí como reaccionamos sobre ellos, dichos acontecimientos naturales o de acciones de terceros, en estos casos debemos flexibilizarnos y dejar espacio mental para sortear situaciones que no podemos evitar.
Es justo aquí, que cuando estamos en casa nos sentimos seguros y por consiguiente, libres, cómodos y sin temor a que suceda algo malo, es por ello, que entrando a nuestra “Ciudadela”, lo hacemos desarmados, al ser un lugar sagrado, el silencio resuena con la armonía de nuestras reflexiones, nos permitimos encontrarnos con nosotros mismos.
Profundizamos en conocernos más, descubriendo los laberintos dónde se esconden nuestros miedos más engrifados. Es ahí que comienza la superación, identificando nuestros temores, descifrar sus contenidos para saber de qué y como están formados, nos ayuda a disuadirlos, nos compromete a responsabilizarnos de ellos y a curarlos de una manera armónica y proactiva.
Cómo punto final, se recomienda mirar hacia el futuro con responsabilidad, bajar las expectativas, ser más objetivos a la hora de realizar proyecciones, trazarnos metas y cultivar anhelos que generan deseos. Ser cautos.
Meditar por lo menos quince minutos, antes de acostarse y antes de levantarse.
Hacer ejercicios físicos y técnicas de respiración, para eliminar toxinas y químicos que activan el cortisol para una mentalidad relajada y un cuerpo sano.
Perdonarnos a nosotros mismos por habernos permitido ofendernos frente a acciones de terceros. Cristalizando estos valores y acciones en procura de la armonía y sanación del alma para fortaleza del espiritu.
“Tu vida se tiñe del color de tus pensamientos”. – Marcó Aurelio, emperador, estoico de la Antigua Roma.
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