A lo largo del año, cada persona lleva su propia historia, acompañada de situaciones, de diferentes asuntos y cargas, las cuales pueden ser muy variadas. Cuando llega la época de fin de año, cada uno tiene diversos objetivos, por ejemplo: cerrar ciclos laborales, continuarlos y seguir vigentes, construir algo nuevo, sostener lo logrado, cultivar el autocuidado, lograr metas que generen identificación y sean consideradas por uno mismo como necesarias, llegar a fin de mes, cuidar a los seres queridos, poder tomarse vacaciones cuidando la economía, entre otros.


“Cada persona lleva su carga anual, sin embargo también hay un contexto que nos rodea y nos impacta. Tantas variables distintas, sumado al tipo de escenario de incertidumbre que se está vivenciando en este último tiempo en el país, probablemente nos vulnere en distintos niveles, físicos y emocionales. Como consecuencia de ello, la idea de poder cerrar el año gestionando emociones adecuadamente, se convierte en algo difícil de imaginar pero, sin duda, posible”, afirmó el licenciado Ignacio Enríquez, integrante del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO.


Asimismo, el profesional agregó: “Es de suma importancia la presencia de modelos de terapia para lograr gestionar las emociones en esta altura del año. Estos nos ayudarán a imaginar un punto de llegada diferente y buscar el camino para conseguirlo de la mejor manera posible, con lo que tenemos y disponemos a nuestro alcance”.


Es importante aclarar que cuando se habla de gestionar emociones en la recta final del año, se trata de intentar construir una vida saludable emocionalmente en estas últimas semanas, que nos aporte descanso, compromiso, conexión con lo importante, y entender que se trata de una proyección que continúa, más allá de cómo finalizamos el año.


A continuación, el licenciado Enríquez compartirá una serie de consejos que podrán ser de utilidad al momento de trabajar en el cuidado de las emociones en la última instancia del 2023.


Estas recomendaciones se basan en dos ejes. Por un lado, son recursos bajo el marco del modelo cognitivo conductual, en la valoración que se le da a la conducta, cognición y las emociones como circuito donde se interviene para mejorar la calidad de vida de las personas. Además, por otra parte, se pone en relevancia los aportes de las terapias llamadas “tercera ola”, que son intervenciones que se focalizan en entender la función en los elementos importantes detrás de una conducta-problema (la conducta en sí misma, los pensamientos y las emociones) y las intervenciones dirigidas al contexto integrado con una brújula en ciertos valores (la compasión, la aceptación, y lo valioso personalmente), como vector de cambio. A continuación, las recomendaciones:


EJERCICIO 1: Establecer un punto de partida: detectar qué emociones y pensamientos nos rodean últimamente.

Todo buen camino comienza cuando se sabe de dónde se parte. Para ello, es recomendable llevar un registro breve de emociones, tales como: la felicidad, la tristeza, el enojo, los celos, el disgusto, y la envidia.


La idea es que en algún momento del día, fuera del trabajo o de otras responsabilidades, uno pueda preguntarse a sí mismo si tuvo alguna de las emociones mencionadas. En ese caso, es importante registrar cuál ha sido y la intensidad de la misma. Esto ayuda a poder recopilar información de las emociones que nos rodean últimamente y, según su frecuencia e intensidad, identificar mejor cómo nos sentimos y describir nuestros estados.


Dicha actividad tiene como objetivo poder ampliar los comentarios como “estoy bien” o “estoy mal”, por ejemplo: “Estoy bien, contento”, o “estoy mal, bastante triste”. Es un buen inicio para ver por donde seguir y con qué disposición arrancar en base a las emociones y pensamientos que te rodean.


EJERCICIO 2: Marcar en una hoja de ruta los eventos de los que participemos según cómo nos sentimos.

Una vez realizado un análisis de cómo nos venimos sintiendo los últimos días, podríamos comenzar a pensar en lo que viene: que tipo de planes siguen (laborales, familiares o sociales, como reuniones de fin de año, las fiestas, etcétera) y de qué manera te gustaría participar de los mismos. Desde un lugar más contemplativo y centrado en valores propios, vamos a poder ver no solo los planes que tenemos por delante, sino los que vamos a elegir y decidir de qué manera participar, de una forma cuidada y “terrenal”.


Un ejemplo de ello podría ser: si en una misma semana se tienen planificadas varias reuniones, preguntarse si es necesario participar en todas; si se debe formar parte de la misma manera; quedarse la misma cantidad de horas; si uno debe estar involucrado con el mismo nivel de participación en todas ellas, entre otras.


EJERCICIO 3: Tomarnos un descanso, realizar una pausa y dedicarnos a actividades sencillas.

Siempre es bueno tener en cuenta que se necesita un descanso, una “pausa”. Se trata de un momento en el cual, aunque a algunos nos cueste más que a otros, busquemos relajarnos.


Es una manera de desfocalizar la mente, con la realización de actividades menos importantes, más sencillas, y que requieran menos velocidad, lo cual ayuda a descansar y volver renovado para las actividades más difíciles.


EJERCICIO 4: Comprender que llegar a la meta no lo es todo, siempre se está en movimiento.

Tener en cuenta que siempre quedan asuntos pendientes. Es importante tener presente la idea de que los finales “no lo son todo”, sino que son el comienzo para algo nuevo. Además, no necesariamente se tiene que llegar al final para comenzar algo diferente. Siempre se está en movimiento y en cambio, se llegue o no al final con todos los compromisos. Comprender esta cuestión puede ayudar a regular las emociones con mayor “cintura”, reconociendo las propias limitaciones y ocupándose de lo que se puede.


Estos ejercicios son un puntapié inicial de recursos de la terapia cognitiva conductual que pueden ser útiles para pensarse a sí mismo y actuar, en consecuencia, de forma cuidada y realista, más allá de la circunstancia de “fin de año”.


Las recomendaciones mencionadas son herramientas para que las personas puedan desarrollarse de la mejor manera posible. Quizás para algunos no sean suficientes, dado que hay quienes necesitan un momento para conversar estas ideas y planes. No obstante, siempre es bueno recordar que uno no está solo, sino que hay un entorno para acompañarlo. Asimismo, para situaciones más complejas, se recomienda consultar con un profesional de la salud mental, para recibir una evaluación e intervención más pertinente y orientada.

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