Muchos se preguntan cuál será el futuro de la pandemia de coronavirus. ¿Podrá haber una variante que nos lleve de regreso a lo que vivimos en 2020? Esa es el gran interrogante que los científicos tratan de responder.


El virus es impredecible y lo ha demostrado en estos años de pandemia. ¿Qué es lo que más preocupa a los investigadores? El médico oncólogo Elmer Huerta, experto de la Universidad George Washington y ex presidente de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, hace un repaso en un nuevo episodio del podcast Coronavirus: realidad vs ficción, por CNN.


“Mucha gente se pregunta qué pasará en los próximos meses con el nuevo coronavirus y por tanto con la pandemia. ¿Qué puede volver a colocarnos en el punto cero? ¿Será la familia de la variante ómicron, BA.1, BA.2 y BA.3, que predomina actualmente, las últimas variantes y subvariantes que veremos u otras mutaciones agresivas? ¿O es que, a pesar de que aparezcan nuevas variantes, las próximas serán relativamente benignas y nos permitirán convivir con ellas? En realidad, como nos lo ha enseñado la propia pandemia, es muy difícil predecir el futuro”, aseveró el experto. Y añadió: “Recordemos que cuando ya pensábamos que el ocaso de la variante Delta estaba anunciando la fase endémica de la enfermedad, llegó el anuncio de que una nueva variante —la Ómicron— había sido descubierta”.


Para el especialista, cuando se estudia el impacto de una epidemia en la salud pública se deben analizar tres importantes elementos: el agente infeccioso, el huésped y el medio ambiente.


El agente infeccioso del COVID-19


Huerta explica que sabiendo que el virus original o salvaje era un virus de ARN —conocidos por su alto potencial de mutación— se temía que desde el primer momento en que comenzara a infectar a las primeras personas empezaría a mutar. Y eso fue lo que sucedió. La primera mutación documentada del virus fue la G614D, que se descubrió primero en Europa y luego en Estados Unidos, se presentó en la espiga del virus, y se pensó que podía aumentar su capacidad infecciosa.


Posteriormente nos fuimos acostumbrando a escuchar de nuevas mutaciones, siendo quizás, el anuncio de la variante Alfa en el Reino Unido a fines de diciembre de 2020 el que inició la larga lista de variantes a las que nos hemos acostumbrado. Luego vimos llegar a las variantes Beta, Delta, Gamma, Épsilon y Mu, entre otras, siendo las ultimas la Ómicron y su hermana, o subvariante, la BA.2.


“Teniendo entonces ese contexto, y cuando se producen aún millones de infecciones en el mundo, es muy probable que se produzcan nuevas mutaciones en el futuro. La gran pregunta es: ¿qué tipo de mutaciones serán? ¿Serán relativamente benignas como ómicron y BA.2, o es posible que se produzca una mutación completamente inesperada que nos regrese a fojas cero? ¿Aparecerá una mutación que nos regrese al inicio de todo?”, remarcó.


Los científicos no pueden predecir el futuro, pero en un reciente artículo de opinión, en The New York Times, investigadores estadounidenses aventuran —basados en lo que la ciencia ha ido descubriendo hasta ahora— cuál sería la dirección de las próximas mutaciones.


En el proceso evolutivo que conduce a su persistencia —dicen los expertos— los virus tratan de conseguir dos propiedades importantes: la primera, ser cada vez más infecciosos, y segunda, evadir los anticuerpos neutralizantes producidos contra ellos por las vacunas o la enfermedad natural. Y eso es precisamente lo logrado por la variante Ómicron y su subvariante BA.2, las que, por un lado, son extraordinariamente contagiosas y, por otro lado, son capaces de infectar a personas ya vacunadas o que han pasado la enfermedad, características que les han permitido causar un altísimo número de infecciones en el mundo.


A pesar de que es imposible predecir si podrá surgir una variante más transmisible que Ómicron y BA.2, los expertos dicen que es muy posible que el nuevo coronavirus esté llegando al límite en esa característica. Ponen el ejemplo de una chita, que por más rápida que sea, su velocidad tiene un límite que es imposible superar. Sin embargo, dicen los expertos que la característica del virus de evadir los anticuerpos neutralizantes y poder infectar a vacunados y personas que pasaron la infección sí podría superarse.


El virus de la gripe, un ejemplo de lo que podría pasar


En ese sentido, el nuevo coronavirus podría llegar a la situación que se tiene en la actualidad con el virus de la gripe, que por mutar constantemente y evadir los anticuerpos necesita de una vacuna diferente cada año. Pero hay otro aspecto de la evolución del SARS-CoV-2 que es completamente impredecible, dicen los expertos. Es el que se refiere a su llamada “línea evolutiva”.


Hasta que apareció la variante Delta, todas las variantes anteriores se habían originado en una variante anterior, como siguiendo una línea evolutiva. Es por eso que cuando todos los científicos esperaban que una mutación derivada de Delta fuera la próxima en causar problemas apareció la variante Ómicron, que sorprendentemente no provino de la variante Delta, sino que empezó a formarse en algún momento alrededor de marzo de 2021 en África y no tiene ningún parentesco con Delta. ¿Podrá ocurrir lo mismo nuevamente y formarse una nueva variante sin ninguna relación a las conocidas hasta el momento? Nadie lo sabe, dicen los expertos.


El misterio de la intensidad de la enfermedad

“El segundo elemento en la triada de las epidemias es el huésped, y en ese sentido aún no tenemos explicación biológica firme del porqué, frente a un mismo virus, al comienzo de la pandemia de coronavirus se vio que cerca del 80% de personas presentaban enfermedad leve o asintomática, 15% presentaban enfermedad más severa y 5% se complicaban y podían morir”, indicó Huerta.


Al respecto, solo se logró determinar que personas con ciertas características de riesgo, obesas, con enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas, con cáncer o problemas inmunes, tenían más posibilidad de complicarse. Esa distribución cambió con la aparición de las vacunas, pues se observó que las personas vacunadas podían infectarse y, a pesar de ser personas de mayor riesgo de complicarse, mostraban signos leves de la enfermedad. Este último aspecto es muy importante, y el caso de Hong Kong demuestra el valor de las vacunas en enfrentar las nuevas variantes.


El caso de Hong Kong


“La variante Ómicron, que causa una enfermedad relativamente leve en personas con un sistema inmune normal o en personas vacunadas, causó una epidemia mortal en Hong Kong. En la semana del 3 de marzo, Hong Kong tuvo el número más alto de muertes por millón de habitantes del planeta. La razón de esa alta mortalidad es la baja vacunación de las personas mayores de 50 años. Ese caso nos demuestra que la gravedad de la enfermedad en el huésped puede ser disminuida por la vacunación”, remarcó.


Por último, el tercer elemento de la triada de las epidemias —el medio ambiente— estará determinado por las políticas de salud pública que definan las autoridades después de analizar los datos epidemiológicos que se vayan presentando. “En ese sentido -continuó-, la situación de la pandemia de coronavirus en China preocupa mucho, pues debido a la política de cero covid que se implementó desde el comienzo de la pandemia, las autoridades de ese país de 1.400 millones de habitantes están luchando contra brotes que tienen el potencial de diseminarse, causando infecciones que puedan originar nuevas variantes”.


En resumen, dicen los expertos, es muy probable que el futuro de la pandemia esté determinado por la aparición de variantes de alta contagiosidad y capacidad de evadir los anticuerpos neutralizantes. Eso hará que tengamos que vacunarnos anualmente, como lo hacemos con la gripe.


“El hecho de que hayamos sido capaces de modificar la gravedad de la enfermedad con el uso de vacunas es muy importante y refuerza la necesidad de educar a la población en las bondades de la vacuna, pues sin duda el nuevo coronavirus ha venido a quedarse y va a depender de cada uno, el protegerse o no”, concluyó.


Fuente: Infobae